lunes, 16 de junio de 2008

“Jode tratar de no repetirse” (Elfaro.net)

Plática con Luis Enrique Mejía Godoy

José Luis Sanz y Rafael Mendoza López
cartas@elfaro.net


Luis Enrique Mejía Godoy
Luis Enrique Mejía Godoy fue una de las voces de la revolución sandinista, pero no cayó en la trampa de dejar que su arte muriera con ella. Con el lastre de esa historia que en Centroamérica no acabamos de asumir y por tanto de quitarnos de encima, se esfuerza por serlo también de los amores, soledades y búsquedas que quedaron en el vacío que dejaron las utopías y las guerras en el alma de tantos nicaragüenses como salvadoreños.

Su cita con El Faro arranca salpicada por el desconcierto de mensajes de correo electrónico que se tragó el ciberespacio, dos horas de espera en el aeropuerto y una charla que ya todos pensábamos que no se iba a celebrar. Son las tres y media de la tarde y tanto él como Luis Manuel Guadamuz, su guitarrista, se tratan de reconfortar con unas sopas y sendas cervezas. El lugar les llama la atención y los primeros pasos de la plática se centran en Punto Literario. A nuestro invitado le parece interesante como proyecto, como inversión, como espacio… Cualquier espacio de cultura se queda pequeño para un cantautor hijo y nieto de cantautores, hermano de pintores y músicos, entre ellos el más conocido, Carlos, y cuya familia ya se desparrama en otros diez artistas sobrinos o nietos de Luis Enrique. Un árbol genealógíco para explorar… en otra ocasión.

Es interesante, importante, que haya gente pensante en todas las capas sociales. Porque uno de los enemigos inmensos de la realidad de ahorita es la ignorancia. La pobreza tan a ras del suelo que solo da para la sobrevivencia, para comer.

La ignorancia y la pobreza de espíritu. Cada vez las decisiones las toma gente más pobre de espíritu… Oye, ¿y estás en gira ahorita?
Sí… se podría decir que tengo una relación privilegiada con el resto de países de Centroamérica, porque son muy pocos los cantautores de la región que se comunican con los centroamericanos. Pueden viajar también a Estados Unidos, Canadá, Europa, pero para mí tiene mucha importancia lo que sucede en Centroamérica y hay como un silencio del que somos de alguna manera cómplices… Porque si yo pongo muchas condiciones para venir a El Salvador, simplemente no vengo. Pero a mí me interesa venir. De aquí me voy a Costa Rica. Y luego a Canadá, a un festival interesantísimo que se llama “noches africanas”. Son como 300 artistas del mundo.

Qué bonito que una idea de reunir música del mundo se llame “noches africanas”. El continente más marginado, más olvidado, como símbolo para un punto de reunión.
Sí, culturalmente África siempre ha tenido una importancia muy destacada. Incluso para la comercialización. Porque ahora toda la fusión, la globalización del arte y la cultura a través de la música, tiene que ver mucho con lo que llaman “música del mundo”, que mezcla hindú con africano, con latino. Pero lo africano es lo que une todo eso.

¿En qué medida es una especie de cliché de mercadeo, una moda? Eso de la música del mundo es muy “políticamente correcto”, ¿no?
Sí, y es un cuchillo de doble filo, porque soy el primero encantado de que las fronteras se borren, pero yo tengo un origen, una particularidad, un huella… que es mi identidad, mi manera de ser. En la medida en que yo comparta eso y rompa fronteras para acercarnos, magnífico. Pero ahora estamos hablando de transnacionales, de la industria de la música y el arte, no de los artistas. El problema es que es la industria la que saca la mejor tajada y siempre se sale con la suya.
Yo tengo 35 años en esto de romper fronteras… he estado en Japón, Grecia, Brasil… y eso me ha permitido, ante de que se hablara de globalización, un enriquecimiento de confluencia e influencia… para reafirmar mi identidad, no para borrarla.

Uno no puede conocerse sin conocer a otros…
¿Sabes? Y yo estoy cada vez más convencido de mi origen andaluz. Pero detrás de lo andaluz tengo a mi abuelo negro… con alas negras. Y antes o a la par mi raíz indígena… Claro que el esnobismo está ahí, y ahora todo es moda, “nice”… ¿cómo dicen ahora?

“Cool”.
Sí, eso, me da risa… porque había unos cigarrillos cuando yo fumaba que se llamaban así.


¿No fumas?
Tengo 25 años de no fumar.

¿Lo dejaste por la música, por salud?
No, lo dejé porque mi ángel guardián, mi nahual, que es un búho, me lo dijo. Sí, sí… tenía 25 años. Tengo 58 ahora, así que en realidad hace 30… 33 años… Y era el momento en el que uno iba a cualquier lugar el mundo y todo el mundo fumaba, y a nadie le molestaba, nadie reclamaba.

Hasta en los aviones.
Yo fui disjockey, y fumaba y tomaba ron… y adentro se fumaba, en un ambiente de locura… Y me di cuenta luego de que tenía una alergia salvaje en los pulmones, que me había descuidado desde los 12 años. Y a partir de eso decidí no fumar más, entre otras cosas.

¿Entre otras?
Sí. Dejé de fumar, porque después del tabaco yo seguí un par de años fumando marihuana, pero no era lo mismo para mí. El cigarro es otra onda. Y también decidí que no iba a tocar en lugares donde haya humo y esas cosas. Y por eso sobrevivo, en parte.

¿Qué te dijo el nahual?
El nahual tenía un asma peor que la del Che Guevara, ja, ja, ja.

¡Pero dejaste de fumar a los 25! No es lo típico de que uno ya mayor, por madurez…
No, no fue por madurez… en realidad fue algo muy irresponsable. ¿Cómo un joven de aquella época…?

Lo irresponsable era no fumar, ja, ja.
Sí, totalmente, porque estaba excluyendo a la gente... Era el momento en que los Beatles se separaron, John Lennon empezaba a hacer sus canciones más importantes… Las dictaduras en América del Sur, la solidaridad…
No hubo ninguna dosis de raciocinio en la decisión. Fue circunstancial, no sé por qué… Mi papá murió de cáncer en la tráquea, pero no fue por eso. No tengo esa mala imagen, o tal vez no quiero tenerla. Yo no imagino a mi papá sin fumar. Lo veo tocando la guitarra con el cigarro guindado, tocando marimba, trabajando de carpintero con el cigarro. A los 63 años murió. Dentro de cinco voy yo.

No dirás que realmente dejaste de tocar en sitios cerrados con humo.
Bueno, seguí trabajando hasta hace cinco años en lugares cerrados donde se fuma. Una vez me tuvieron que sacar del escenario directamente por la puerta de atrás a una ambulancia, por eso soy muy consciente del daño que me hace. Mis cuerdas vocales están perfectas, pero mis pulmones tienen un problema.

Pero en la mayoría de locales está permitido fumar.
Nosotros le decimos a la gente. Tenemos que recurrir un poco a…

Al chantaje emocional, ja, ja.
No, mirá, yo soy privilegiado también en ese sentido, porque la gente acaba queriéndote, y cuando la gente te quiere, te quiere. Te mima. Aunque espero que no sea porque me ven anciano…

(A Beatriz Alcaine le bullen las palabras desde hace rato y decide no esperar más. La charla se abre a las cuatro bandas. El único que calla es el guitarrista, que actúa como testigo de la entrevista y verdugo de la sopa y de una buena ensalada, después).

Bea: Es que muchas veces no vemos la parte humana del artista, pero la capacidad de generar esa vibración de amor en la gente que tú tienes… Esa relación afectiva con el público.
Yo creo que Borges dice algo de eso ¿no? El arte es como un espejo, cuando es auténtico. Claro que está la calidad de por medio, el oficio, el rigor, la comunicación, pero la gente se ve a sí misma en nuestros ojos, en el trabajo que hacemos. ¿Cuántas veces no he llorado yo viendo una película, y no conozco al director, ni sé quién carajo la hizo? Ahora mismo me pongo erizo al pensarlo… Cuando vi “la vida es bella” lloré afectivamente, porque me tocó el alma, pero llore también por la gran admiración que tengo al arte, porque se puede hacer arte aún, todavía, hoy, después de tanta mediocridad, de tanta superficialidad, de tanta oferta y demanda, del manoseo…

¿Cuesta más que antes hacer arte?
No, lo que a uno le cuesta después de tanto tiempo es no repetirse. Arrecho eso. Porque eso deprime, y jode, jode… sí, jode, no sabés cómo jode. Y los días en blanco no se los deseo a nadie. Pero también se pone uno a pensar que e que se complica la vida. Yo conozco artistas que viven de cuatro canciones, y lo demás les debe valer un carajo… He estado escuchando de un movimiento muy importante en Nicaragua que se llama praxis, que es de pintores, que en el 74 fueron una alternativa, una bomba. Ahora se les critica muy duramente que están haciendo lo mismo de entonces. Y hay que tener en cuenta además que con una sola canción uno puede sobrevivir. Con una pintura no…

Porque el momento en que se interpreta es parte de la canción.
Efectivamente. Todas las veces que he venido a La Luna, ¿cómo puede alguien decirme que es igual? Nunca lo es. Yo soy el mismo, pero no las canciones.

Bea: Ni siquiera vos.
Bueno, en este momento no, ni intento serlo.


Eres cantautor en esta Centroamérica incomunicada, y en la que mucha gente se ha quedado enrocada en una visión ideologizada del arte… ¿te cuesta que te vean diferente? ¿No te provoca eso algún tipo de conflicto?
Un pequeño conflicto, pero anoche después de un concierto se me acercó una niñita de cinco años y me dijo. “A mí me gusta una canción suya”. Y la canción que le gusta es una que la mayoría de la gente no conoce y que se llama “Canción de cuna para un pipito”, que es para los niños discapacitados. Y me cantó un pedacito de la canción. Eso me renueva espiritualmente, y me hace asumir un compromiso grande, por ser siempre distinto.
Pero a veces pienso que uno se complica la vida. Se puede cometer el error de intelectualizar el asunto. Por eso esa majadería de la página en blanco es una bobería nadie se muere por una página en blanco. La mente en blanco es otra cosa.

¿No tienes páginas en blanco?
La página en blanco es un reto. Es sentarse con la guitarra y decir: ¿y ahora? ¿Está dicho todo? Pero voy a contestar a tu pregunta… o mejor no voy a contestar, vamos a seguir platicando. Lo voy a decir en plural por mi hermano, por Norma Elena Gadea, por los Guardabarranco,… por un montón de grupos que desaparecieron en Nicaragua, por artistas que se fueron del país… Cuando la derrota del frente sandinista, es decir, cuando políticamente los artistas, los trabajadores de la cultura, quedamos huérfanos de un proyecto, fue el momento más importante para saber realmente qué éramos y que queríamos ser. Y yo siempre me remito a una cosa que es muy sana para mí: yo no nací con la revolución, sino que la revolución nació conmigo. Y lo digo con mucho orgullo y con modestia.
Yo vengo de una familia donde todos fueron músicos, curas, hombres orquesta, mi papa carpintero, fabricante e marimbas… Y la revolución es una cosa que encontramos en el camino. Yo si no hubiera habido revolución igual hubiera sido artista, hubiera sido músico. Aunque no debo olvidar que la revolución ha sido el fenómeno cultural más importante en nicaragua en los últimos cien años.

Fue un espacio.
Sí, y no puedo ser tan vanidoso o tan estúpido como para pretender haber estado fuera de eso.

Estuviste metido hasta el cuello.
Me comprometí hasta la cabeza, y por eso sufrí después.

Y durante, supongo.
Durante fue más fácil, porque nadie olvida que fuimos los cantantes oficiales de la revolución, y eso es algo que no te puedes quitar de la frente. Y yo lo hice con todo el amor, pero el problema es el después. Como me dijo un periodista cuando se perdió el poder: “¿y ahora qué vas a hacer?”.

Bea: Es que parece que nadie se había preparado para aquello. Todo el mundo en Nicaragua se empeñaba en negar esa posibilidad.
Sí, pero quizá lo más difícil les queda a los más jóvenes, porque yo tengo unos principios muy arraigados. Ellos necesitan ahora referentes.

Y motivaciones.
Yo tengo las mías, que aunque parezca mentira en este momento son mis hijos y mis nietos. Los deseos que mis abuelos o mis padres no pudieron cumplir yo los veo perfectamente dibujados en la palma de mi mano, en ese sentido.

¿Y dónde quedó la política?
Soy un disidente del frente sandinista, con dignidad.

¿Desde qué año?
Desde 1992. Después de que las aguas se aquietan y las cosas se ponen más claras o más turbias, según se vea, una serie de artistas e intelectuales coincidimos en ello. Algunos fueron muy duros. Yo conservo la amistad con Daniel, con Humberto, aunque los critico, y los critico en público. Y me parece que eso es sano, honrado y bueno.

¿Y cuando viste a Daniel Ortega en campaña hace dos años, con la camisa rosada?
En primer lugar sentí que era ridículo. Poco creativo, una trampa, con asesores que no tienen nada que ver con los principios del frente, contratados como quien decide contratar a un maquillista.

¿Asesores de marketing?
Sí, ahora para todo hacen encuestas y tratan de medir, y eso es un engaño doble.

Porque hay cosas que no se pueden medir con encuestas.
Claro, y las encuestas de quién, además. Casi nunca las hace el mismo pueblo. Te voy a contar una anécdota: Carlos Mejía, mi hermano, acaba de salir en una encuesta como el segundo personaje más popular de Nicaragua.

Coño, ¡pues que vaya de candidato!
Eso le ha dicho todo el mundo. Que se haga alcalde.

¿En serio?
Sí… y mi hermano ahora lo que siente es un gran respeto por la gente y un compromiso. Porque la gente cree en vos es por algo.

(Luis Enrique enseña fotos del libro “Relincho en la sangre”, su biografía, que recuerda al cura panzón por el que a los Mejía los llamaban “los sobrinos de monseñor” y un rosario de guitarras y marimbas en manos o a manos de diversos miembros de la saga…)

¿Alguna vez te sentiste más político que artista?
No, aunque a veces sentí el peligro de que me estuviera pasando… Mira, una revolución que triunfa, puta… es como encontrarse con la novia más linda del mundo que te diga “vení” y vos le digás “esperate”. El poder… el poder… Es sano decir que hubo quien tuvo más responsabilidad y quien tuvo menos, pero todos, incluyéndome a mí, fuimos soberbios. Aunque hasta el día de hoy no recuerdo haber hecho nada contra mis principios.

Pero el sabor de boca, con los años, debe de ser cada vez más agridulce al mirar atrás.
Así es para todos. Se están cumpliendo 13 años de la desmovilización y los acuerdos de paz, y han entrevistado al Chaparro, el famoso comandante de la Contra. Y le preguntaban “¿usted cómo ve la cosa?”, y el decía… “Igual”. “Igual que antes”. Es un hombre totalmente frustrado. Y le decían “¿y usted es liberal…?” Y él respondía “Yo soy conservador… Por eso hablo poco”...

Una gran respuesta.
Es un campesino, sin formación, desilusionado, como muchos otros. Imagina a gente que perdió a cinco hijos, a su compañera, a su compañero, que perdió propiedades, que con toda razón se sintió traicionada. Yo vi esos casos. Y alguna de esa gente de esas mujeres, dicen que hay que seguir luchando porque por eso murieron sus hijos.

No se les puede negar una gran dosis de coherencia.
Hay quien nos dice aún que por qué nos fuimos del frente, si están los mismos de siempre. Y nosotros les decimos que no nos hemos ido, que simplemente no estamos. Y no es un juego de palabras, porque la gente dice “si nosotros los queremos”… Y ahí es donde entra para muchos la motivación para ir a escucharnos. Hay quien dice “ustedes son los que nos hacen vivir, con las canciones de siempre”. Pero púchica, ¿cómo puedes vivir con esa nostalgia?

No sé en Nicaragua, pero en El Salvador se dice que la paz fue posible porque no hubo vencedores ni vencidos. Sin embargo, cuando sales a la calle tienes la sensación de que todos, de ambas partes, se sienten derrotados.
Sí, pero es más duro decir… ¿y los dirigentes? ¿Dónde están? Los de la Contra y los del frente… ¿Qué hicieron con el pueblo? Hace falta una revolución, a partir de esta situación real, para acabar con los desgraciados, con los mentirosos. Si alguien me dice que la hagamos, yo voy.

¿No pesan los años?
Bueno yo ya asumí hace mucho tiempo, y es una cosa importante, que ahora por fin hablo de la muerte en lo que escribo. Desde hace unos años.

¿Y eso es una buena señal?
Eso es una muy buena señal. Es súper saludable. Cuando me dice Beatriz que se murió este amigo jazzista…

Ricky.
Sí… Tal vez es bueno que se haya muerto ¿no? Tal vez va a generar otras cosas.


Bea: Ya lo está haciendo.
Tal vez su muerte genera otras cosas, viendo las cosas desde el lado positivo. Pero además, yo he visto la muerte tan cerquita, tan ahí, y de la forma más horrorosa, que como se dice, lo demás es ganancia. Tiene un sentido distinto ahora, estoy tentándola, a la muerte. Desde un punto de vista…

Seduciéndola.
Sí… Es pero no tener un problema en la cabeza, ja, ja. Porque he hablado mucho con psiquiatras, con psicólogos… Hoy venía en el avión un psiquiatra que iba para Alemania, y me decía que hay que perder el miedo a eso. Joaquín Paso hablaba de ello. Bueno, casi todos los poetas han abordado el tema.
Hace un año, en la UCA, estando en un concierto muy intenso, en el que el mayor allí tenía 25 años… Había como 7 mil personas. Había una presión increíble. A punto de llover. Había llovido por la mañana, Yo ya estaba por cerrar el concierto, ya había cantado 15, 18 canciones, y sentía que me estaba desvaneciendo. Y no me puse a pensar nada más que en terminar.
Me empezó a faltar el aire y me senté, había tomado como siete botellas de agua, estaba transpirado… Y cuando iba a cantar la Nicaragüita, como en la segunda o cuarta palabra, me desplomé.

Bea: ¡Se desplomó!
Sí, La gente se asustó mucho… Y yo no me asusté nada. Y no estoy diciendo que sea valiente ni nada. Simplemente dije “así va a ser”… y ojalá así sea.

Bea: ¿Cantando?
Bueno, eso es un poco romántico, pero sí que sea una muerte tranquila. ¿Te imaginás? Yo estaba cantando “Nicaragua Nica…” y me caí con todo y guitarra. Fueron como 35 segundos, pero con la presión en cero… y en ese momento todo el mundo era médico, y me metieron pastillas, en confite…
Y cuando terminó eso, cometí una burrada, porque según yo, iba a seguir cantando… Y me decían “¿le duele el pecho?”. Y yo “no”… Y cuando terminó eso y me llevaron al hospital, y me hicieron las pruebas de sangre, azúcar, y todo eso… nada. Nada de nada: puro estrés. Ese es mi diablo, mi búho, mi nahual.

Pues tú tienes el talante de alguien tranquilo.
Sí, pero es que eso no se manifiesta así… Pero bueno, la cosa es que después de eso escribí un cuento, que se llama “los crepúsculos”. A mí los crepúsculos siempre me han encantado… y el cuento de la muerte es una historia de amor. Porque de niño me encantaba levantarme con los crepúsculos de la mañanita, para ir a ordeñar una vaca y tomar al pie de la vaca mi pinolillo con leche.
Cuando me fui a Managua perdí esos crepúsculos. Pero Neruda decía que él los coleccionaba, y yo también decidí coleccionar mis propios crepúsculos, y llevármelos a Managua.
Años después, recién ahora, allá subiendo por la carretera sur, me encuentro con un crepúsculo impresionante. Lo guardé para mí y empecé a pensar qué significa para mí eso…Cuando yo desperté del desmayo, vi el crepúsculo, solo que eran los ojos de mi mujer.

Bea: ¡qué bonito…!
Sí, y yo quiero contarlo, y entusiasmarme con eso. Escribo ahora algunas cosas sobre la muerte, la soledad....

Obviamente no te da miedo…
No.

Y qué te gustaría llevar…
Me da miedo la violencia en la muerte. Mi papá murió en el crepúsculo de un atardecer, y se murió suavecito, y sus ojos se le fueron poniendo chiquitos y plomizos… y yo sentí que él sonrió. Y en vez de llorarlo con lágrimas lo lloré con canciones. Y fue como un arco iris la muerte de mi papa. Así la veo yo, pues. A uno le preguntan: si te murieras mañana ¿qué te llevarías? Y a mí me parece más o menos una estupidez, ja, ja. ¿Para qué vas a…?
Ahora hay mucha bobería, con esos pensamientos filosóficos. Se los adjudican a Borges y García Márquez…

¿Los que circulan por el correo electrónico?
Sí, esos… Que son cosas que están bien escritas, bien redactadas… pero no quieren decir nada.

(Beatriz, como da y regala, arrebata, y anuncia que Luis Enrique se va a tener que marchar para probar sonido antes del concierto. Él, responsable, con porte vocacional de puntual y metódico, asiente resuelto y hace un gesto como de ir a levantarse, como por resorte).

Una última pregunta.
No, vámonos… Solo necesito un poquito de agua…

¿Sigues pensando, si es que lo pensase alguna vez, que con una canción se puede cambiar el mundo?
Nunca. Nunca lo pensé.

¿Ni siquiera en la revolución?
A lo mejor estoy mintiendo, a lo mejor lo pensé... pero durante la revolución nunca. Tal vez cuando era más chavalo, cuando empezaba a cantar las canciones de Víctor Jara, de Silvio, y algunas mías… Ya digo que a lo mejor estoy diciendo una mentira, pero tengo conciencia de nunca haber pensado eso, y me gusta decirlo: nadie puede cambiar el mundo con una canción.
Uno puede contribuir a un estado mayor y mejor de conciencia, a despertar, a reunirse… Ya podría pasarme mañana tarde y noche hablando de casos concretos de gente que me ha dicho “esa canción cambió mi vida”… Pero no el mundo.

Bea: tal vez sí el mundo de esa persona.
O gente que se casó con una canción mía... y yo siempre pregunto “¿y no se han divorciado todavía?” Ja, ja.


Bea: Por cierto... mi hermana se va a casar el 13 de septiembre, y ella sueña con bailar “Cómo fue”, pero cantada por vos.
Pues es una de las canciones que más me gustan. “cómo fue… no sé decirte cómo fue…”. Esta noche podemos intentar tocarla.

Bea: Además, mi hermana sólo va a La Luna cuando vos estás…
Ja, ja, ja… ¿recibiste la frase que te envié? “Mi mayor utopía es que cada poeta tenga su parcela de Luna”. Sí, porque solo los poetas podemos alunizar… los gringos es un videoclip lo que hicieron, ja, ja. Nosotros podemos crear la ficción, pero lo de ellos es mentira, ja, ja.

(Mejía Godoy retoma la conciencia del tiempo que suena a puerta cerrándose, y trata de beber de un solo los últimos sorbos de la plática con cartas que tenía guardadas desde que se sentó a la mesa. Confiesa que tenía ganas de estar en Pláticas en Punto, y quiere despedirse con platillazo).Termino. Con otra frase que me interesa. “Yo creía que los pájaros eran inmortales, hasta que maté al primero. Ese día empecé a envejecer”. Y la otra es: “En el planeta de los niños jamás habrá adultos maltratados”.

Éste tipo es buena gente…
Bea: ¿No lo sabías?

No… todavía no lo conocía.

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