miércoles, 2 de julio de 2008

Entrevista a Luis Enrique Mejía, por Eunice Shade

2004, 21 de Noviembre

Ha pasado sobre 59 años. Su pelo, nube gris-blanquecina, le enmarca el rostro sentido de acordes. Cada acorde, es una línea en su piel que cuenta la historia musical de un pueblo todavía herido de balas y mentiras, pero con la esperanza viva y oceánica de ver a la paloma blanca elevarse en el horizonte pinolero.

Vi el rotulo que decía Casa Mejía Reyes. Apreté el botón del anunciador y una voz sonriente, me preguntó: -

- ¿Sos vos eunice?

- Sí soy yo.

- Sólo empujá la puerta.

Miré sus sandalias oscuras con el jean celeste desteñido y la camisa blanca llena de pescaditos negros recibirme.

“Pasá, sentate, estás en tu casa”. Gracias, dije en voz bajita.

“Este es mi estudio, como ves aquí tengo mis discos, mis fotos, y algunos instrumentos… yo aparté estas fotos para vos.

Tomé las fotos y vi a Luis Enrique en retro (un joven pelo largo tocando la guitarra dentro de una fotografía en blanco y negro).

- Esperame un momento- y salió del estudio.

Aproveché la soledad para encontrar al artista en los rastros que suele dejar en sus objetos, libros, papeles…

Había una computadora encendida. La pantalla de word decía “Mairin Campura”.

Y los dos primeras líneas: Deja que la luna

alumbre tu rostro…

No quise copiar más. Pero estoy segura que era sino un poema, una canción en proceso de creación.

Una guitarra electro acústica “Godin” color beige reposaba en una mesa, rodeada de libros, discos y fotografías. Luis Enrique y Mercedes Sosa sonriendo detrás de un marco plateado.

- Salgamos a la terraza- me dijo.

El estudio tenía una puerta abierta que conectaba con la terraza. Salimos y nos sentamos en unas mecedoras. Me ofreció algo de tomar. Elegí una limonada. Él, optó por un vaso de whisky sin hielo (Johnnie Walker Red Label).

- Quiero saber quién es Luis Enrique, le comenté-. Sonrió ampliamente y su voz se deslizó entre el aire.

“Pertenezco a una familia de la que se ha hablado mucho, y eso es una desventaja porque cualquier cosa que diga, se tiene que hablar en plural. En esa familia cada uno tomó el rumbo que quiso. Mi papá, Carlos Mejía Fajardo, era un constructor de marimbas y mi mamá, María Elsa Godoy, una artesana de pan. Somos del norte. De Somoto, cabecera de Madriz”.

Hizo una pausa y miró a su lado derecho como buscando los recuerdos más profundos de aquella época. Volvió la mirada hacia a mí y continuó con sus palabras.

“De pequeño, mi hermano y yo, vivimos 4 años adentro de la vieja Catedral de Managua, encerrados en esa mole de hierro ¡hasta se me paran los pelos cuando cada vez que paso por ahí! Mi tío, Monseñor Luis Enrique y Fajardo era nuestro protector y al mismo tiempo un dictador. Ahí escuchábamos música clásica, música sacra… en aquellos días Managua era una capital hermosa…

También mi tío, a parte de párroco, fue el constructor de la iglesia Sierritas de Santo Domingo. En esa vida entre Managua y Santo Domingo me influencié por todo el folclore y la cultura de mi gente. Tenía 9 años y miraba las vaquitas y los bailes típicos de cada celebración. Eso fue muy importante para mi formación.

Ya en el colegio, marcado por la música empezamos a tocar marimba y guitarra. Tenía influencias del rock de la época y la música latinoamericana”.

Tomó un trago de whisky y regresó el vaso a la mesa.

“Yo soy autodidacta, soy un músico empírico. En la actualidad como músico escucho bolero y trova para sensibilizarme, música clásica para darme paz y jazz para liberarme… no tuve conservatorio de música, no sé leer y escribir música, todo lo que veo y escucho lo proceso, tengo una especie de equilibrio…

En el colegio Calasanz me inculcaron el amor por la literatura, la poesía. Mis primeros poemas fueron tímidos y curiosamente trataban sobre los campesinos sin tierra, pero no había un norte político en ellos. Lo que sí había era un antisomocismo general en la juventud de la época. Ya La Vanguardia y la Generación Traicionada tenían una definición política. Era un material subversivo el que publicaban…

Luis Enrique meditaba mientras la silla se mecía de atrás hacia delante. La mañana era cálida, la brisa, tibia y el paisaje verde del jardín destilaba olor a hierba mojada.

… “el 22 de enero de 1967 Fernando Agüero del Partido Conservador organizó una manifestación en la Avenida Roosevelt y Somoza reprimió con aviones y después con tanques. Agüero y sus compinches se refugiaron en el Gran Hotel. Yo, andaba de colado, pero… a mí me impactó mucho porque fue la primera vez que vi a la guardia disparando, fue también la primera vez que vi cómo los políticos manipulaban a las masas… Agüero, después de eso hizo un pacto con Somoza, el famoso “Kupia-Kumi.

Mi vida era igual que la de todos los nicaragüenses, mi vida está íntimamente vinculada a la historia social de este país… la memoria fotografió todo eso…

Quise estudiar medicina. Mis Padres con mucho sacrificio me mandaron a Costa Rica para complacerme y al mismo tiempo para alejarme de la situación. Después de 2 años y medio decidí ser músico… Costa Rica fue como a ir a otro planeta: seguridad, libertad de expresión, más cultura… tenés que tomar en cuenta que fue el primer país que visité, no conocía otro lugar que no fuera Nicaragua hasta ese momento… fue ahí donde le di rienda suelta a mis alas y me metí en un grupo de Rock llamado “Los Rufos”. Éramos cantantes complacientes, música comercial y todo ese asunto.

Yo, soy de la generación de Ricardo Palma, tenemos las mismas influencias, desde Elvis hasta Los Beatles, desde Lennon hasta Santana.

En Costa Rica escuché por primera vez el jazz…. Estuve 3 años con Los Rufos y después nos desintegramos. Eso fue entre 1969 y 1970.

Así que agarré mi guitarra y salí a las calles a tocar. Mis primeras canciones fueron Hilachas de sol y Primero de enero. Fui DJockey, vendí equipos de sonido, pero de tarde, noche y madrugada era un trovador. Empecé a juntarme con teatristas, pintores, escritores… la política no estaba ausente. La revolución cubana tenía 10 años, en Vietnam seguía la lucha… mi identificación con la izquierda y los movimientos guerrilleros de América Latina era más fuerte. Terminé militando en el Partido Comunista de Costa Rica. Me contrataban para cantar en huelgas, en manifestaciones, protestas…era un lugar ideal. Era un activista político con mis canciones. Empecé con canciones de Victor Jara, Silvio Rodríguez, Viglietti… es imposible que un ser humano que quiere ser artista no tenga compromiso con su realidad social”…

En ese momento comprendí que Luis Enrique fue un exiliado sólo de cuerpo porque su corazón y su espíritu siempre estuvieron en Nicaragua. No hubo momento alguno durante su narración en que no mencionara sus raíces y el amor por su patria. No cabían las preguntas, el músico tenía mucho que decir y yo dejé que sus palabras me trasladaran a ese pasado de lucha.

“Fue en Costa Rica que escuché del Boom Literario de Carlos Fuentes, Vargas Llosa, Julio Cortazar…fue ahí donde leí el primer libro de Sandino escrito por Gregorio Selser. Inspirado en ese libro compuse la canción: ¡Compañero César!.

Yo no tenía nada que ver con la izquierda en Nicaragua, al menos físicamente, pero cada vez que venía hablaba con mi hermano Carlos y este me vinculó con el grupo Gradas, eso fue entre 1971 y 1974. Gradas organizaba actividades en barrios y universidades. Recuerdo que empezamos a cantar guerrillas y en esos años hice 3 discos con mi música. Absolutamente todas las canciones tienen que ver con Nicaragua y con la lucha… de alguna manera quería contribuir con una canción que convocara y despertara el espíritu de la juventud.

El 27 de diciembre de 1974 el Frente Sandinista de Liberación Nacional hizo un golpe a la casa de José María Castillo, el golpe se llamó “Diciembre Victorioso”. Fue el primer gran golpe… yo salí de Nicaragua y regresé hasta 1979…. Me casé, tuve 2 hijos y en aquel momento estaba entregado a mi vida artística… como joven no le di espacio a mis hijos…

El vaso whisky se consumía lentamente. Una sombra fugaz de tristeza pasó por el ambiente.

“Ya en 1978 y 1979 había actividad fuerte, yo me dediqué igual que Carlos a viajar por el mundo apoyando la lucha contra Somoza… la vida en general de los músicos de aquellos tiempos en comparación con la vida de ahora, no ha cambiado mucho… en aquel tiempo se copiaba mucho… se habló de la época de oro de la música nacional, que incluía a Ricardo Palma, Los Rocket… un poco lo que hacíamos “Los Rufos” en Costa Rica, pero lo interesante de la música nuestra ,de esa canción nuestra fue que triunfó fuera de Nicaragua. Nuestro Folclore, nuestra Mora Limpia, nuestro canto de lucha, fueron parte de una recuperación y de un descubrimiento de identidad, lógicamente comprometido con nuestros ideales.

En 1978, cerraron las emisoras en Nicaragua y Carlos (mi hermano) viajó a España y a México y yo me regresé a Costa Rica.

De regreso al pinol

Fue el 6 de septiembre de 1979 que regresé a mi tierra, pero quiero decirte algo: yo, tenía un compromiso con el pueblo tico por todo el apoyo que recibimos de ellos en la lucha contra Somoza… en esa lucha murieron ticos, muchos fueron heridos en las fronteras… esa solidaridad para mí fue muy importante.

Me vine a Nicaragua porque Ernesto Cardenal, Ministro de Cultura, me llamó para trabajar en la creación de un ministerio cultura que se proponía rescatar la identidad… me hice miembro del gobierno pero como artista, no como político. Empecé a tener presencia, ellos mismos nos convirtieron a mi hermano y a mí en íconos referenciales. Somos producto de un proceso… particularmente odio el militarismo, pero reconozco que era una necesidad, fui a la milicia y me entrené. Anduve cantando en la montaña, nunca estuve en un combate armado. Mis armas fueron mi voz y mi guitarra.

Una de las cosas que me produjo gran satisfacción fue que nuestras canciones eran escuchadas también por la contra, en la radio 15 de septiembre… fue una canción que trascendió…

Fui amenazado de muerte, me decían que iban a poner bombas en mis conciertos… a Victor Jara y a Federico García Lorca los mataron no por su cara, a Roque Dalton lo mató su propia gente… no le di importancia a las amenazas, pero después los hechos me ayudaron a entender todo el rollo”….

Algo en mis ojos lo hizo responder antes que preguntara.

“No me arrepiento de nada, nadie me obligó… escribí mucho en ese tiempo… apoyé al FSLN con música, con canciones urgentes. Todo lo que hice, lo hice y lo sigo haciendo con mi mayor calidad, con conocimiento de mis limitaciones. Jamás he entregado la mitad de lo que soy, me he entregado completo y tampoco soy un arrogante que piensa que todo lo sabe.

Vos me preguntás si la revolución fracasó, tendría que preguntar primero cuál fue esa revolución… uno madura y este no es el mismo pensamiento de hace 25 años; de niño quería ser adulto y de adulto quiero ser el niño que intenté ser…yo no te puedo hablar de marxismo, lo mío es corazón, afecto, pasión, sensibilidad, pero no te puedo hablar de estrategias para llegar a…. yo fui un admirador de lo que estaba sucediendo, independientemente de los errores. Yo creo en el cambio profundo, creo en las acciones más que en las palabras… la única opción que tengo ahora es otra revolución… de repente se piensa en el pasado y ya pasó ¡Jamás! No se puede hablar de presente y futuro sin reafirmar el pasado”…

Fijó la mirada en su jardín reverdecido y prosiguió: “Un pueblo sin pasado es una ficción, es una falsificación de la historia… nuestras vivencias están basadas en la historia. Uno es producto de su generación y su historia”.

Parece que detrás de la frente del músico el fantasma de la historia le recordaba la infancia, la juventud, el cura, la iglesia, la militancia…

“Hay animales domésticos dentro del ser que uno desea tocar”- dijo

Fueron palabras íntimas, sentidas. Se levantó de la mecedora y se fue al bar cerca de la terraza. ¿Querés más limonada? – No gracias, estoy bien- le respondí.

Se sirvió otro trago de whisky y mientras caminaba de vuelta a la mecedora me decía: “Mi única opción es otra revolución, otra revolución a favor de la humanidad.

Yo voy más allá de lo político, me gusta tratar temas como la prostitución, la discriminación homosexual… en Nicaragua estamos 100 años atrasados. Si no nos preocupamos este país estará condenado a peores días.

Yo no soy un especialista en política, soy un músico pensante. Me gusta opinar pero no soy politólogo y no tengo otras aspiraciones. El arte perdura, trasciende la política, el arte está por encima de la política… es la política la que necesita del arte y no el arte de la política”…

Otra vez el artista se sumergió en sus recuerdos y con sentimiento fuerte continuó: “Esos 25 años me duelen, me arrechan… pero son míos y los amo. Ahora soy un disidente del Frente Sandinista, de sus políticas… pero no de su historia.

Hay que hacer otra revolución… yo confío en la juventud aunque los horizonte sean oscuros… me moriría feliz sabiendo que hubo un cambio verdadero…yo creo en Dios, pero primero tengo que creer en mi mismo porque sino me voy a encontrar con un número impresionante de espejos y espejismos y me voy a perder…

Quiero seguir siendo un artista orgulloso de su pueblo e identidad, soy anti imperialista hasta las últimas consecuencias, me repugna lo de Irak, soy un militante de la paz…

El reloj estaba exhausto.

Reflexioné un poco sobre las cosas que el artista había expresado. Explorando sus espacios secretos descubrí entre maceteras de colores una Roconola “AMI, stereo sound continental”.

- Es de los años sesenta, la compré para hacer el video de “Pobre la María”.

Me acerqué para tocar la Roconola, vieja con cicatrices de tiempo, un disco de Los Hermanos Cortes estaba listo para sonar.

- Nicaragua es el único país del mundo donde se llaman roconolas, en Costa Rica se llaman rocolas, en México sinfonolas, en Cuba vitrolas…

Entré de nuevo al estudio y me despedí de Luis Enrique, mi tiempo con él había terminado.

También me despedí de 7 tambores: egipcios, nicas, garífunas y argentinos. Un instrumento de percusión africana llamado “Udo” me observó con nostalgia. 3 guitarras me guiñaron los ojos y un radio antiquísimo de los años 40 dejó sonar un “hasta pronto” en sus desvencijados parlantes.

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